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martes, 27 de enero de 2015

Inquisicion


La Inquisición:
Institución judicial creada por el pontificado en la edad media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía. En la Iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión. Con el reconocimiento del cristianismo como religión estatal en el siglo IV por los emperadores romanos, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del Estado, sobre todo cuando habían provocado violencia y alteraciones del orden público. San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia en general desaprobó la coacción y los castigos físicos.
Torquemada Nave Sevilla. Actividad portuaria Torquemada
Orígenes:
En el siglo XII, en respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produjo en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida de forma destacada contra la doctrina albigense. La doctrina y práctica albigense parecían nocivas respecto al matrimonio y otras instituciones de la sociedad y, tras los más débiles esfuerzos de sus predecesores, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra esta comunidad. Promulgó una legislación punitiva contra sus componentes y envió predicadores a la zona. Sin embargo, los diversos intentos destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron relativamente ineficaces. La Inquisición en sí no se constituyó hasta 1231, con los estatutos Excommunicamus del papa Gregorio IX. Con ellos el papa redujo la responsabilidad de los obispos en materia de ortodoxia, sometió a los inquisidores bajo la jurisdicción del pontificado, y estableció severos castigos. El cargo de inquisidor fue confiado casi en exclusiva a los franciscanos y a los dominicos, a causa de su mejor preparación teológica y su supuesto rechazo de las ambiciones mundanas. Al poner bajo dirección pontificia la persecución de los herejes, Gregorio IX actuaba en parte movido por el miedo a que Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano, tomara la iniciativa y la utilizara con objetivos políticos. Restringida en principio a Alemania y Aragón, la nueva institución entró enseguida en vigor en el conjunto de la Iglesia, aunque no funcionara por entero o lo hiciera de forma muy limitada en muchas regiones de Europa. Dos inquisidores con la misma autoridad -nombrados directamente por el Papa- eran los responsables de cada tribunal, con la ayuda de asistentes, notarios, policía y asesores. Los inquisidores fueron figuras que disponían de imponentes potestades, porque podían excomulgar incluso a príncipes. En estas circunstancias sorprende que los inquisidores tuvieran fama de justos y misericordiosos entre sus contemporáneos. Sin embargo, algunos de ellos fueron acusados de crueldad y de otros abusos.
Procedimientos:
Los inquisidores se establecían por un periodo definido de semanas o meses en alguna plaza central, desde donde promulgaban órdenes solicitando que todo culpable de herejía se presentara por propia iniciativa. Los inquisidores podían entablar pleito contra cualquier persona sospechosa. A quienes se presentaban por propia voluntad y confesaban su herejía, se les imponía penas menores que a los que había que juzgar y condenar. Se concedía un periodo de gracia de un mes más o menos para realizar esta confesión espontánea; el verdadero proceso comenzaba después. Si los inquisidores decidían procesar a una persona sospechosa de herejía, el prelado del sospechoso publicaba el requerimiento judicial. La policía inquisitorial buscaba a aquellos que se negaban a obedecer los requerimientos, y no se les concedía derecho de asilo. Los acusados recibían una declaración de cargos contra ellos. Durante algunos años se ocultó el nombre de los acusadores, pero el papa Bonifacio VIII abrogó esta práctica. Los acusados estaban obligados bajo juramento a responder de todos los cargos que existían contra ellos, convirtiéndose así en sus propios acusadores. El testimonio de dos testigos se consideraba por lo general prueba de culpabilidad. Los inquisidores contaban con una especie de consejo, formado por clérigos y laicos, para que les ayudaran a dictar un veredicto. Les estaba permitido encarcelar testigos sobre los que recayera la sospecha de que estaban mintiendo. En 1252 el papa Inocencio IV, bajo la influencia del renacimiento del Derecho romano, autorizó la práctica de la tortura para extraer la verdad de los sospechosos. Hasta entonces este procedimiento había sido ajeno a la tradición canónica. Los castigos y sentencias para los que confesaban o eran declarados culpables se pronunciaban al mismo tiempo en una ceremonia pública al final de todo el proceso. Era el sermo generalis o auto de fe. Los castigos podían consistir en una peregrinación, un suplicio público, una multa o cargar con una cruz. Las dos lengüetas de tela roja cosidas en el exterior de la ropa señalaban a los que habían hecho falsas acusaciones. En los casos más graves las penas eran la confiscación de propiedades o el encarcelamiento. La pena más severa que los inquisidores podían imponer era la de prisión perpetua. De esta forma la entrega por los inquisidores de un reo a las autoridades civiles, equivalía a solicitar la ejecución de esa persona. Aunque en sus comienzos la Inquisición dedicó más atención a los albigenses y en menor grado a los valdenses, sus actividades se ampliaron a otros grupos heterodoxos, como la Hermandad, y más tarde a los llamados brujas y adivinos. Una vez que los albigenses estuvieron bajo control, la actividad de la Inquisición disminuyó, y a finales del siglo XIV y durante el siglo XV se supo poco de ella. Sin embargo, a finales de la edad media los príncipes seculares utilizaron modelos represivos que respondían a los de la Inquisición.
El Santo Oficio:
Alarmado por la difusión del protestantismo y por su penetración en Italia, en 1542 el papa Pablo III hizo caso a reformadores como el cardenal Juan Pedro Carafa y estableció en Roma la Congregación de la Inquisición, conocida también como la Inquisición romana y el Santo Oficio. Seis cardenales, incluido Carafa, constituyeron la comisión original, cuyos poderes se ampliaron a toda la Iglesia. En realidad, el Santo Oficio era una institución nueva vinculada a la Inquisición medieval sólo por vagos precedentes. Más libre del control episcopal que su predecesora, concibió también su función de forma diferente. Mientras la Inquisición medieval se había centrado en las herejías que ocasionaban desórdenes públicos, el Santo Oficio se preocupó de la ortodoxia de índole más académica y, sobre todo, la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos destacados. Durante los 12 primeros años, las actividades de la Inquisición romana fueron modestas hasta cierto punto, reducidas a Italia casi por completo. Cuando Carafa se convirtió en el papa Pablo IV en 1555 emprendió una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales (como el prelado inglés Reginald Pole). Encargó a la Congregación que elaborara una lista de libros que atentaban contra la fe o la moral, y aprobó y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559. Aunque papas posteriores atemperaron el celo de la Inquisición romana, comenzaron a considerarla como el instrumento consuetudinario del Gobierno papal para regular el orden en la Iglesia y la ortodoxia doctrinal; por ejemplo, procesó y condenó a Galileo en 1633. En 1965 el papa Pablo VI, respondiendo a numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.
Inquisición española:
Diferente también de la Inquisición medieval, la Inquisición española se fundó con aprobación papal en 1478, a propuesta del rey Fernando V y la reina Isabel I. Esta Inquisición se iba a ocupar del problema de los llamados marranos, los judíos que por coerción o por presión social se habían convertido al cristianismo; después de 1502 centró su atención en los conversos del mismo tipo del Islam, y en la década de 1520 a los sospechosos de apoyar las tesis del protestantismo. A los pocos años de la fundación de la Inquisición, el papado renunció en la práctica a su supervisión en favor de los soberanos españoles. De esta forma la Inquisición española se convirtió en un instrumento en manos del Estado más que de la Iglesia, aunque los eclesiásticos, y de forma destacada los dominicos, actuaran siempre como sus funcionarios. La Inquisición española estuvo dirigida por el Consejo de la Suprema Inquisición, pero sus procedimientos fueron similares a los de su réplica medieval. Con el tiempo se convirtió en un tema popular, en especial en las zonas protestantes, por su crueldad y oscurantismo, aunque sus métodos fueran parecidos a los de instituciones similares en otros países católicos romanos y protestantes de Europa. Sin embargo, su superior organización y la consistencia del apoyo que recibía de los monarcas españoles, descollando Felipe II, hicieron que tuviera un mayor impacto en la religión, la política o la cultura que las instituciones paralelas de otros países. Esta eficacia y el apoyo político permitieron a Tomás de Torquemada, el primero y más notable gran inquisidor, ejecutar por miles a supuestos herejes. El gran inquisidor y su tribunal tenían jurisdicción sobre los tribunales locales de virreinatos como México y Perú, donde estuvieron más ocupados con la hechicería que con la herejía. El emperador Carlos V introdujo la Inquisición en los Países Bajos en 1522, pero no consiguió acabar con el protestantismo. Se estableció en Sicilia en 1517, aunque no lo pudo hacer en Nápoles y Milán. Los historiadores han señalado que muchos territorios protestantes tenían instituciones tan represivas como la Inquisición española, por ejemplo el consistorio de Ginebra en tiempos del reformador francés Juan Calvino. La Inquisición quedó al fin suprimida en España en 1843, tras un primer intento, fallido, de los liberales en las Cortes de Cádiz, en 1812.
Extraído de: www.geocities.com/CapitolHill/Lobby/2679/inquisic.htm.
Autor:
Torquemada Estrella de David Toma de Granada. 1492 Puerto de Alejandría
Expulsión de los judíos de España:
El año 1391 ve desatarse las crueles e injustas matanzas que asolan las juderías de Castilla, Cataluña y Valencia, en las que perecen miles de judíos. La presión antijudía se concreta con violencia en el siglo XV y se obliga a los judíos a llevar distintivos en la ropa. Las predicaciones de san Vicente Ferrer, la disputa de Tortosa entre judíos y cristianos y la Bula de Benedicto XIII, el papa Luna, contra los judíos, aceleran la destrucción del judaísmo español. Las predicaciones del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, fanatizan a las turbas que asaltan las juderías y dan muerte a miles de judíos. En 1476 se establece el Tribunal de la Inquisición en Sevilla. Siete años más tarde, fray Tomás de Torquemada es nombrado Inquisidor General. Las persecuciones habían producido una oleada de conversiones forzosas. La Inquisición actuó con dureza contra los conversos y acentuó la presión sobre los judíos: los hebreos eran obligados a escuchar las predicaciones de los dominicos en las sinagogas, tras lo cual se producían las conversiones. Los Reyes Católicos, ocupados en la guerra de Granada, habían aceptado la financiación ofrecida por don Isaac Abravanel y don Abraham Senior, Contador Mayor de Castilla y Rabino Mayor del reino para sufragar los gastos de la guerra, lo que no les impidió firmar el 31 de marzo de 1492 el Edicto de expulsión. Las súplicas de don Isaac Abravanel en favor de sus hermanos fueron rechazadas por los Reyes Católicos. La política real basada en la unidad dinástica, el poder real y la unidad religiosa se apoyó en la Inquisición y en fray Tomás de Torquemada para conseguir la conversión de los judíos. Todos aquellos que no aceptasen el bautismo deberían abandonar España en el plazo de cuatro meses dejando todos sus bienes. Unos 100.000 judíos abandonaron España. Se distribuyeron principalmente por Grecia, Turquía, Palestina, Egipto y Norte de Africa. Sus descendientes son los sefardíes, que conservan aún el idioma de Castilla. En su Diáspora por todo el Mediterráneo llevaron en su corazón dos nombres: Sefarad y Jerusalén.
Extraído de: www.geocities.com/CapitolHill/Lobby/2679/solucion.htm.
    Desterrados de Sefarad:
    El decreto firmado el 31 de marzo obligaba a emprender el exilio, antes de finales de julio, a todos los judíos sin bautizar y amenazaba con la pena de muerte a quienes no lo acatasen. Y aunque les ofrecía la posibilidad de elegir entre el destierro y la conversión, fueron pocos los que escogieron la vía del bautismo cristiano, pese a la intensa campaña de predicación que se llevó a cabo para conducirlos por este camino. Y, también, pese a la labor propagandística que se hizo con la conversión de tres destacados rabinos de la comunidad judía, cuyo bautismo estuvo apadrinado por los propios Reyes Católicos y por el gran cardenal de España. Según han calculado los historiadores, de las 200.000 personas que integraban la comunidad judía en Aragón y Castilla, 150.000 optaron por el destierro. La mayor parte de los judíos castellanos se dirigieron a Portugal, desde donde muchos pasaron más tarde a Africa. Por su parte, los judíos aragoneses eligieron los puertos del Mediterráneo para embarcar hacia Italia y Turquía, donde fueron bien acogidos. Una de las consecuencias de esta diáspora fueron las colonias que crearon en distintas partes del mundo los expatriados, llamados sefardíes o sefarditas por la palabra Sefarad, como denominaban a España. Cinco siglos después, su herencia sigue viva, como prueba el hecho de que sus descendientes conserven el legado cultural y lingüístico -hablan un peculiar castellano antiguo- de aquellos desterrados. (Olmo del Río)
    Salieron de las tierras de sus nacimientos, chicos y grandes, viejos y niños, a pie y a caballeros en asnos y otras bestias, y en carretas, y continuaron sus viajes, cada uno a los puertos que debían de ir, e iban por los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos, y siempre por do iban los convidaban al baptismo y algunos, con la cuita, se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabíes los iban esforzando y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer panderos y adufos para alegrar la gente, y así salieron de Castilla. (Andrés Bernáldez)

Emigración Judía a América:
Desde muy temprano en el Descubrimiento de América se unen a las expediciones Moriscos y Judíos que huyen de la persecución y se disfrazan. Esto ocurre desde las tres primeras Carabelas. Grandes descubridores y cartógrafos como Rodrigo de Bastidas son fuertemente sospechosos de Judaísmo y detestan a los Sacerdotes. Por no hablar de la inmensa lista de Conquistadores que tienen que obtener mucho oro para defenderse de las acusaciones de Sangre Judía. 'El Caballero de El Dorado', Gonzalo Jiménez de Quesada, tenía tanto oro obtenido de los Indios, que podía comprar a todos los jueces y a todas las conciencias de España. Las actas de persecución por 'Sangre Judía' contra Quesada se extraviaban, destruían y perdían misteriosamente. Habrá Judaísmo en nuestros Descubridores y Conquistadores? En lo que respecta a la Nueva Granada (es decir Colombia), la respuesta parece ser un filón de Oro. Es decir quienes pretendan investigarlo verán cientos de casos sospechosos e interesantes. Porqué había tantas quejas de las autoridades civiles y eclesiásticas acerca de la masiva llegada de Judíos ? Es absurdo que los Judíos emigren hacia la tierra prometida del Oro ? . Es decir de las nuevas y ricas minas ? En Cartagena la Paranoia llegó a un punto en que se temió golpe de Estado Judío. Y la Inquisición Neogranadina tenía fama de ser profundamente corrupta, comprada y operada por Judíos. A estos se les atribuía el Comercio de Mercancías y el Tráfico de Esclavos, actividades no honorables para los Hidalgos Españoles. El patrón se repite: en Cartagena de Indias, en Santafé de Bogotá, en Lima Perú, por doquiera se quejan del peligro del influjo masivo de Judíos. En Colombia hay libros muy interesantes que investigan costumbres Judías, Oraciones Judías, creencias y hasta Teología Judía en el Nuevo Reino de Granada. Hay otros aspectos que no se pueden desechar como los nombres Judíos de las personas y de los poblados. Y muy importante es la tradición familiar transmitida de padres a hijos de ser de origen Judío. Las costumbres muy sospechosas de encender velas los viernes, de cantar endechas a los muertos ( versos ), de regar agua en el piso de un recién difunto, de dejar agua para los ángeles, los baños rituales de inmersión, etc.... etc... etc.... Las costumbres de andar barbudos y casarse con parientes cercanos en forma endogámica. La misma furia de otras provincias cercanas que acusaban a Antioquia (Colombia) de ser comerciantes ladrones barbudos israelitas, etc...La pasión por el oro y por los juegos de azar. La religiosidad profunda o si lo prefiere el lector la intensa orientación a la superstición y los rituales. La ignorancia total y absoluta sobre el 'Misterio' de la Santísima Trinidad que se presentaba en algunas regiones. Mención muy fuerte merece la costumbre antioqueña (en Colombia) de celebrar con grandes luminarias el principio de Diciembre, se encienden luces por todas partes, originalmente velas, antes de la luz eléctrica, y esto por varios días. La fiesta coincide perfectamente con la Hakuna Judía. Y que decir de las oraciones que han quedado en viejos arcones y baúles y que son fuertemente monoteístas, invocando a Jacob y a Abraham. Muchos amigos me han confesado que según tradición familiar el bisabuelo o tatarabuelo era rabino. Esto ya no es motivo de verguenza como lo era hasta hace 50 o 100 años. La generación actual tiene más cultura, ilustración y está más globalizada. Es posible que ya se confiese 'La impureza de Sangre' con orgullo, pues significa pertenecer al pueblo de la 'dura cerviz', así sea lejanamente. Es decir a un pueblo muy histórico y de figuración muy destacada en las artes, las ciencias y el comercio. En cierto sentido este concepto de 'Judío' es lo contrario de lo que se ha admitido como ser 'Latinoamericano', pobre palabreja esta última con que nos dejaron a quienes por derecho de descubrimiento y conquista merecíamos más el apelativo de americanos o de colombinos. Pero ya están empezando a salir los esqueletos del closet.

La Inquisición fue un conjunto de instituciones creadas con el fin de suprimir la herejía dentro del seno de la Iglesia Católica. 




En 1184, fue fundada la Inquisición Medieval en Languedoc, región del sur de Francia, para combatir la herejía de los cátaros o albigenses.
En 1231, se constituyó con los estatutos Excommunicamus del Papa Gregorio IX.

El cargo de Inquisidor fue confiado exclusivamente a los monjes franciscanos y a los dominicos. Inicialmente esta institución se implantó únicamente en Aragón y Alemania pero más tarde se extendió al resto de Europa.


LA SANTA INQUISICIÓN ESPAÑOLA O TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO

En 1478, los Reyes Católicos fundaron el Tribunal de la Santa Inquisición, mediante el cual se perseguía la herejía y la brujería. Con el tiempo se fue ampliando el rango de actuación incluyendo la homosexualidad y los protestantes de otras naciones.
 
El primer Inquisidor en España fue Fray Tomás de Torquemada.


 Tomás de Torquemada

Se calcula que durante la Inquisición Española los muertos oscilaron entre 1500 y 2000.

La Inquisición Española se abolió El 15 de julio de 1834 mediante un decreto que firmó María Cristina de Borbón.


INTRUMENTOS DE TORTURA Y MÉTODOS DE EJECUCIÓN

LA HOGUERA

Se utilizó casi en su totalidad para la quema de “brujas”. Se exponía a la bruja a los ojos del pueblo atada a un poste. A su alrededor había preparada madera para su posterior encendido, quemando así a la persona en vida.




LA RUEDA

El condenado, desnudo, era estirado boca arriba en el suelo o en el patíbulo con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda, machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales.

Después dependiendo del tipo de rueda el procedimiento variaba.

Tipo 1 : El condenado era desatado e introducido entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.




Tipo 2 : El condenado era colocado en una rueda de carro, de manera que los  tobillos tocaran la cabeza, para lo cual las piernas debían dislocarse hacia arriba, poniéndose los brazos de manera que recorrieran todo el perímetro de la circunferencia. Después, se enganchaba la rueda en un eje que a su vez se clavaba en el suelo, quedando la rueda elevada y en posición horizontal, con el condenado sobre ella. 




LA CIGÜEÑA

Consistía en someter al individuo a este aparato hecho de hierro que sujetaba al condenado por cuello, manos y tobillo, y lo sometía a una posición incomodísima que provocaba calambres en los músculos rectales y abdominales; y a las pocas horas de todo el cuerpo.




LA DONCELLA DE HIERRO

Es una especie de ataúd con multitud de pinchos en su interior, dirigidos a puntos concretos del cuerpo, que se iban clavando lentamente sobre la víctima a medida que se cerraba la puerta. Los clavos eran desmontables, con lo que se podían cambiar de lugar, con el fin de poseer un amplio abanico de posibles mutilaciones y heridas que daban lugar a una muerte más o menos lenta.




Se cuenta que Erzsébet Bathory, también conocida como “la Condesa Sangrienta”, utilizaba este instrumento con sus víctimas para desangrarlas y, posteriormente, bañarse en su sangre.




LA TORTUGA

Se trataba de comprimir o triturar bajo una madera con peso encima al reo. 




EL GARROTE VIL

Método por el cual un punzón de hierro penetraba y rompía las vértebras cervicales al mismo tiempo que empujaba todo el cuello hacia delante aplastando la tráquea contra el collar fijo, matando así por asfixia o por lenta destrucción de la médula espinal.
Fue usado hasta principios del siglo XX en Cataluña y en algunos países latinoamericanos. 






EL POTRO DE TORTURA

Te tumbaban y ataban las muñecas al cabecero, los pies se ataban a su vez fijados a un rodamiento por medio de un mecanismo que iba enrollando la cuerda de tus pies, generándose así una tensión que hacía que el cuerpo se estirase al máximo.
Las articulaciones no podían dar más de si y acababan desencajándose hombros y caderas.




LA GUILLOTINA

Este es un instrumento sumamente conocido en el que se colocaba la cabeza de la víctima y se dejaba caer una afilada y letal cuchilla que lo decapitaba. 




EL CEPO

Instrumento usado para castigo corporal. Torturaban a las víctimas sentándolas en esa posición por largos días o de manteniéndola de pie, según el tipo de cepo. Muchas veces usaban instrumentos calientes para quemar sus extremidades o les azotaban con látigos.





LA SIERRA

El condenado era puesto en una posición invertida, evitando también la muerte por desangramiento y asegurando que la víctima no perdía el conocimiento.
Generalmente no se perdía el conocimiento hasta que la sierra no llegaba al ombligo o incluso al pecho. Era una tortura muy utilizada por la inquisición sobre todo para ajusticiar a homosexuales. También en España fue un método de ejecución militar hasta el siglo XVIII.




LA TURCA

Este método de tortura fue ideado para arrancar las uñas. En algunas ocasiones se sustituían las uñas por clavos.




LA HORQUILLA DEL HEREJE

Se colocaba un aro de metal en el cuello del supuesto hereje con una barra cuyo extremo terminaba en cuatro pinchos. Al apretarse el colgante los pinchos se clavaban fuertemente en la barbilla impidiendo así poder articular palabra alguna.
Solía utilizarse la noche antes de la ejecución del individuo para aumentar su agonía.




EL POTRO ESCALERA

Se ataba al reo estirándolo lo más posible sobre una especie de escalera, a continuación se le quemaba con una antorcha el costado y las axilas. Generalmente se morían a causa de la infección de las quemaduras.




EL DESGARRADOR DE SENOS

Las cuatro puntas desgarraban hasta convertir en masas informes los senos de incontables mujeres condenadas por herejía, blasfemia, adulterio, aborto provocado y otros delitos. 




EL PÉNDULO

Las muñecas de la víctima eran atadas por detrás de la espalda, se añadía una cuerda a esta ligadura izando al acusado.
Inmediatamente los húmeros se desarticulaban y poco a poco también las demás vértebras.




EL TORO DE FALARIS

Se introducía al individuo en su interior y posteriormente se encendía fuego bajo la barriga del toro. Los gritos de la víctima salían por la boca del toro y parecía que mugía.




EL APLASTACABEZAS

Instrumento de tortura aplicado en la edad media destinado a reventar los huesos del cráneo. La barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior y el casquete era empujado hacia abajo por el tornillo. De esta forma primero se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas y, por último, el cerebro se escurría por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo. 




LA CUNA DE JUDAS

Método de tortura usado generalmente para confesiones. El prisionero es levantado y, una vez era elevado, se le soltaba de golpe para que cayese sobre la pirámide de madera, con punta de acero, provocando heridas en los testículos, la cavidad anal o vaginal. 




TABURETE SUMERGIBLE

Utilizado principalmente en mujeres acusadas de brujería. La silla era sumergida bajo el agua quedando la persona inmovilizada bajo el agua sin poder respirar, el inquisidor decidía cuanto tiempo debía permanecer el torturado o torturada sumergido. El proceso solía repetirse hasta que el torturado moría ahogado o confesaba, caso en el cual se ejecutaba al acusado ahorcándole o en la hoguera más tarde.




DESMEMBRABRADO POR CABALLOS

Se ataba una cuerda a cada extremidad del prisionero y a su vez el otro extremo de la cuerda a un caballo. En un momento determinado se fustigaba a los cuatro caballos para que tiraran con fuerza de la cuerda arrancando literalmente las extremidades del torturado.




LA GOTA CHINA

Era un método de tortura psicológica que consistía en inmovilizar a un reo en forma horizontal boca arriba dejándole caer cada 5 segundos sobre su frente una gota de agua fría. Tras varias horas le provocaban daño físico en la piel, aunque la verdadera tortura para la víctima era la locura que le provocaba no poder dormir ni beber, al poco tiempo moría de un paro cardíaco.




EL CINTURÓN DE SAN ERASMO

Consiste en un collar, cinturón o brazalete provisto de pinchos en la cara interior y que se le pone al reo. Con cada pequeño movimiento (incluso la respiración) el collar araña y hiere la carne. El proceso de tortura es progresivo: en primer lugar, un dolor lacerante. Posteriormente se produce la infección, tras la cual se llega a la putrefacción y tras esta, una gangrena que puede causar la muerte. 




LA ZARPA DEL GATO

El torturado era colgado desnudo y con un instrumento dotado de garfios en la punta y era “rascado”.
Las afiladas uñas de esta zarpa de gato desgarraban la piel y arrancaban tiras de carne, a menudo los garfios penetraban tan hondo que dejaban el hueso a descubierto e incluso podían “rascarlo”. El torturado solía morir desangrado o quedaba inconsciente debido al dolor.






LA CRUCIFIXIÓN

Es un método antiguo de ejecución donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera o en otra superficie vertical y dejado allí hasta su muerte.




EL CINTURÓN DE CASTIDAD

Es un cinturón o braga de hierro que se cierra con llave. No puede ser usado más que durante unas horas, máximo un par de días, de otro modo la mujer que lo llevase moriría víctima de infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el contacto con el metal.
Este cinturón era utilizado por las mujeres como defensa contra la violación, en época de acuartelamiento de soldados, durante viajes y en estancias nocturnas en posadas.




LA PERA

Estos instrumentos se usaban en formatos orales y rectales. Se colocaban en la boca, recto o vagina de la víctima, y allí se desplegaban por medio de un tornillo hasta su máxima apertura. El interior de la cavidad quedaba dañado irremediablemente.
La pera oral normalmente se aplicaba a los predicadores heréticos, pero también a seglares reos de tendencia antiortodoxas. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada a las mujeres culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a los homosexuales. 




EL EMPALAMIENTO

Es un método de tortura y ejecución donde la víctima es atravesada por una estaca. La penetración puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la boca. La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima colgada para que muriera.
En algunos tipos de empalamiento, la estaca no se afilaba y se insertaba evitando la muerte inmediata de manera que funcionara como tapón para que la víctima no se desangrara y así prolongar la agonía que podía llegar a durar hasta tres días.




Este método fue utilizado por el príncipe de Valaquia Vlad Tepestambién conocido como Vlad “el Empelador".


 Vlad Tepes

EL APLASTAPULGARES

Es una de las torturas más antiguas y simples, aunque terriblemente efectiva. La tortura en sí consistía en el aplastamiento de uñas, falanges y nudillos de forma lenta y progresiva, extendiendo el dolor durante días sin provocar daño mortal a la víctima. 




LA FLAUTA DEL ALBOROTADOR

Posiblemente fabricada a base de madera, bronce o hierro, la flauta del alborotador era un instrumento de castigo por faltas menores, y solía ser usado delante la opinión pública. El collar se cerraba por detrás el cuello, y los dedos eran colocados entre la barras de hierro, que eran apretadas por el verdugo a voluntad, llegando a todo tipo de heridas en los dedos, hasta el aplastamiento de carne, huesos y articulaciones.




LA SILLA

La víctima debía sentarse totalmente desnuda sobre la silla.
Si el inquisidor lo creía conveniente podía mandar al verdugo golpear al preso, lo que provocaba que los pinchos entrasen con más profundidad en la piel o incluso si el asiento era de hierro mandarlo calentar para que los pinchos al rojo vivo entrasen mejor en la piel. 




LA HORCA

Método de ejecución muy conocido mediante el cuál se colgaba al condenado públicamente por el cuello asfixiándolo hasta su muerte.




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